miércoles, 29 de agosto de 2012

Sobre Tony Scott

Tras unas semanas inactivo, creo que es conveniente retomar el saludable hábito de teclear con un obituario de Tony Scott. Uno más.

No hace mucho, al terminar de ver Imparable (Unstopable,2010) me dije: "vaya partido que ha sacado a una premisa argumental de risa". No era la primera vez, pero sí la última.

A lo largo de la historia del cine han existido y existirán cineastas cuya obra fluye, como el agua de un río. Sin embargo, otras (obras) quedan embalsadas para su contemplación más o menos recurrente. La mayoría de las películas de Tony Scott pertenecen al primer grupo. Son de las que salías del cine con la sensación de que te habían devuelto el precio de la entrada y poco más. Pero, mirando por el retrovisor, veo que Tony tenía un oficio que rallaba la perfección y un estilo que ha creado escuela a pesar de que siempre aceptó deportivamente verse eclipsado por su hermano, con quien compartía largas charlas sobre cine y otras cosas.


Si hay algo que caracterizaba su imagen pública era una raída visera roja que aparece en casi la totalidad de fotografías suyas detrás de la cámara. Ridley me contó que, hace algunos años,mientras Tony estaba sentado charlando con el productor Jerry Bruckheimer, uno de sus perros, un pastor alemán, le arrancó la visera y la hizo pedazos. Bruckheimer mandó fabricar varias réplicas (me dijo la cifra exacta pero no la recuerdo), que son las que ha llevado desde entonces.

Cuento esto porque no se puede explicar la filmografía de Tony Scott sin Bruckheimer al tiempo que, reconozcámoslo, muchas de las películas parecían copias de sí mismas, particularmente en la última época.

Fueron Don Simpson y Jerry Bruckheimer quienes le dieron la oportunidad, bien aprovechada, en Top Gun (1986), un icono de la época Reagan que muchos se empeñan en reivindicar, no sé muy bien por qué. Con ellos hizo también un año después la secuela de Superdetective en Hollywood 2 (Beverly Hills Cop II), con la que me sigo riendo.

Bajo el mismo paraguas llegó la muy flojita Dias de trueno (Days of Thunder,1990). La siguiente década fue la mejor. Probablemente, la presencia de Gene Hackman en plena forma haga que adore Marea roja (Crimson Tide, 1995) y me lo pase en grande con Enemigo Público( Public Enemy,1998) aunque, a mi juicio, la quintaesencia del savoir faire de Tony Scott se encuentre en El fuego de la venganza (Man on Fire, 2004) su película más redonda.

Seguramente, Denzel Washington será quien (profesionalmente) le eche más de menos. Yo también. Tony Scott hacía tan bien lo que hacía que nadie (yo tampoco) supo valorarlo. No sé qué tenía en la cabeza para tirarse desde un puente. Quizás algún día nos enteremos, pero nunca he visto tanta información publicada sobre él ni tantos elogios como ahora. Triste. Muy triste.

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