domingo, 21 de agosto de 2011

Abrams se hace Goonie

Como un buen vino. No se me ocurre mejor manera de describir el conjunto de sensaciones que me ha dejado Super 8, la última película del que considero digno heredero de Steven Spielberg: J.J. Abrams. Sorprende al comienzo, lo disfrutas en el paladar e imprime un rastro agradable que permanece en el tiempo después de tragarlo.

Ellos en ningún momento lo han ocultado. Esta es una película que rinde, más que homenaje, pleitesía a una época (finales de los 70 y comienzos de los 80) y al cine de Spielberg (productor de la película) con el que crecimos una generación entera. Super 8 bien podía venir firmada por Joe Dante, tiene todos los elementos de serie B o guiños cinéfilos de títulos como Exploradores (Explorers) mezclado con Los Goonies o E.T. El hecho de que el logo de Amblin aparezca al comienzo de la película (creo que es la primera vez), no es casual. Tampoco que Drew Struzan sea el diseñador del cartel.

Arranca potente con Don't Bring Me Down de la ELO, que, inmediatamente, nos sitúa en 1979. A partir de ahí, una sublime forma de explicar una fatalidad en solo un plano:  la muerte en accidente laboral de la madre de Joe Lamb (acierto de casting de Joel Courtney), un chaval que se dedica a labores de maquillaje en las pelis de super 8 que rueda uno de sus amigos. Ahora, toda la cuadrilla anda metida en una de zombis. Casi nada. Rodando una escena clave con la protagonista femenina (maravillosa Elle Fanning) en mitad de la noche son testigos directos de un accidente en el que un pick up logra hacer descarrilar a un tren del ejército que transporta a una criatura de armas tomar. Lograr localizarla será la prioridad militar, acabar la película sin que el ejército descubra que ellos saben y grabaron lo que pasó con el tren y lo que éste transportaba será la de Joe y sus amigos. Todo acompañado de una espléndida música ala John Williams compuesta por Michael Giacchino, que lo mismo saca el sonido Barry (Los Increíbles) que consigue orquestaciones que parecen sacadas de cualquier score del Williams ochentero.

No tengo claro que las nuevas generaciones vayan más allá de la simple idea argumental de Super 8, y es una pena. Estoy seguro de que millones de espectadores que ronden los cuarenta, y que pisaran el cine durante su adolescencia, creerán que están viendo una de aquellas películas. No eran obras maestras, pero te lo pasabas de puta madre. Pues eso.

No hay comentarios:

Publicar un comentario