Pero he comenzado diciendo que es un tipo peculiar. Uno de esos casos únicos en Hollywood. Alguien capaz de escribir, producir, dirigir y protagonizar películas. Como Woody Allen o Clint Eastwood pero sin el favor de crítica y público, al menos no el mismo. El castañazo que se metió con ese rollo titulado Enredos de sociedad (Town & Country, 2001) fue la gota que colmó el vaso de su ego y decidió, con buen criterio, retirarse. Un asunto de amor ( A Love Affair, 1994), protagonizada junto a Annette Benning y la mítica Katherine Hepburn en su último papel en el cine, tampoco funcionó, al igual que la infravalorada y espléndida Bulworth, dirigida por él en 1997. Ahí no acaba todo. Bugsy, de 1991, fue la gran derrotada de los Oscar de aquel año. Tuvo diez nominaciones y solo ganó dos premios menores. Al menos se llevó a la chica. Por no hablar de los millones de palos de la crítica y el batacazo taquillero de Ishtar (1987), el retorno de Beatty a
la gran pantalla seis años después del éxito personal de Rojos (Reds,1981). Lejos quedaban El cielo puede esperar (Heaven Can Wait,1978) o sus papeles a las órdenes de Elia Kazan o Arthur Penn.Ahora, su estabilidad con Annette Bening, con quien forma una de las familias de la nobleza de Hollywood, le apartó de la prensa rosa, habituada a la abejita Beatty, siempre de flor en flor. Su último romance mediático fue con Madonna, con quien compartió cartel en la ahora reivindicada Dick Tracy.
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