jueves, 26 de enero de 2012

Hawai no solo es un paraíso

Lo cantaba Mecano. Hawai (y Bombay) es un paraíso que a veces yo me monto en mi piso. Para Alexander Payne también. Pero, como hiciera en Entre copas (Sideways) con los viñedos californianos, nos enseña los vaivenes familiares, relaciones conflictivas y las miserias humanas de aquellos que habitan lugares de postal, al menos en las películas. Los frondosos paisajes, las exóticas playas o los collares de flores son sustituídos, salvo en la primera secuencia y en la penúltima, por cielos grises y colores más bien apagados, perfectos para acompañar al protagonista de Los descendientes (The Descendants).


Matt King (George Clooney), es un abogado muy centrado en su trabajo que, en realidad, no necesita ejercer para vivir. Su familia ha vivido durante décadas de las rentas provenientes de miles de hectáreas heredadas. Ahora, está a punto de cerrar la venta de la última gran parcela. Falta elegir al comprador. Pero su rutinaria existencia cambia de la noche a la mañana. Su mujer está en coma tras golpearse la cabeza. Matt, cuyo matrimonio se encontraba en crisis, se encuentra cuidando de su hija pequeña (Amara Miller), a la que apenas conoce, y atendiendo a su trabajo. Ahí no queda eso, los médicos le confirman que Elizabeth (Patricia Hastie) no va a despertar. Matt decide comunicar la noticia a todos los que alguna vez han querido a su mujer para que puedan despedirse de ella, entre ellos su amante, un promotor inmobiliario casado.

Ya empieza a ser habitual que Payne logre sacar lo mejor de sus protagonistas. Todos recordamos el papel de Jack Nicholson en A propósito de Schmidt (About Schmidt) o de todo el elenco de Entre Copas. Hay que poseer un habilidad extraordinaria para que un guión, a la hora de interpretarlo, salga del reparto con una naturalidad tan aparente como creíble. George Clooney, cada vez más centrado en una carrera coherente, se despoja del disfraz de estrella para mostrarse vulnerable, imperfecto, terrenal. Un actor plenamente consciente de que su participación es clave para que historias como Los descendientes se rueden con el apoyo de un gran estudio (Fox).

No sería justo comentar esta gran película sin mencionar a la prometedora Shailene Woodley, que emociona al transmitir verdad en su interpretación de Alex King, la hija adolescente del matrimonio que no solo debe luchar contra su eclosión hormonal sino también aceptar el adulterio de su madre, a la que se siente más unida de lo que le gustaría, y perdonarla. Robert Forster tiene un par de escenas. Pocas veces he visto tanto de un actor en tan poco tiempo.

En un momento de la película, George Clooney dice en off que a los hijos hay que darles suficiente dinero para que puedan hacer algo (en la vida) pero no tanto que no hagan nada. Trasladado al cine, Hollywood también es capaz de producir grandes películas con cuatro duros y ganar una fortuna.  

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