miércoles, 2 de mayo de 2012

El discreto encanto de la política

En el calendario romano el idus de marzo correspondía al decimoquinto día del mes de Martius. Los ides eran días de buenos augurios que tenían lugar los días 15 de marzo, mayo, julio y octubre, además del decimotercer día el resto de los meses del año. (Wikipedia)

Curioso título para esta estimulante película dirigida por George Clooney, quien poco a poco está construyendo una filmografía, delante y detrás de las cámaras, digna de un estudio pormenorizado, tanto por su criterio en los temas que aborda como en el clasicismo de sus planteamientos estéticos. Con el tiempo, Clooney acabará ocupando el terreno que pisa Clint Eastwood y, en menor medida, Robert Redford.

Los idus de marzo, basada en la obra de teatro Farragut North, nos introduce en el nauseabundo backstage de la política durante las primarias del Partido Demócrata, en las que los dos favoritos se disputan el liderazgo y su candidatura a la Casa Blanca en el estado de Ohio. Clooney da vida a Mike Morris, gobernador de Pensilvania. Su campaña está dirigida por Paul Zara (Philip Seymour Hoffman), ayudado por el joven Stephen Meyers (Ryan Gosling) quien ve a Morris como el hombre perfecto para convertirse en el próximo presidente de Estados Unidos.


La película ataca sin tapujos los trapos sucios de la política (no solo) estadounidense, desde la "venta" de votos para conseguir tal o cual cargo, las filtraciones interesadas a la prensa, las tentadoras ofertas para hacerse con los servicios de los asistentes de tu oponente o la doble moral e hipocresía que presiden las falsas y calculadas relaciones de los políticos que sueñan con trepar a la cumbre. No es que todo esto nos suene a nuevo o nos rasguemos las vestiduras. Sabemos que es así. Lo vemos todos los días. Eso no quita para que podamos ser capaces de quitarnos el sombrero ante la inteligencia de un guión bien estructurado y unas interpretaciones impecables sin excepción.

Se da la curiosa casualidad de que, por motivos profesionales, tuve bastante relación con el gobernador real de Pensilvania, quien, mira tú por donde, le dio por apoyar a Hillary Clinton en las primarias. El resto ya lo sabéis.

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