miércoles, 16 de mayo de 2012

El tío George contraataca

Para el colectivo geek que idolatra la figura de George Lucas, Skywalker Ranch es, desde su construcción, una especie de Graceland, el Shangri-La laboral de aquellos (miles) que decidieron dedicar su vida adulta a fabricar sueños para los demás después de ver alguna de las películas de Star Wars o Indiana Jones (no creo que con Howard the Duck), ya sea en Lucasfilm, Industrial Light & Magic (ILM) mítica empresa de efectos visuales o la no menos reconocida Skywalker Sound, referente mundial en la postproducción de audio, sin olvidarnos de la división dedicada a los videojuegos, Lucasarts, o a las películas/series de animación, Lucas Animation.

Un alo de misterio y morbo alrededor del complejo acrecentado por su ubicación, oculto tras varias montañas y cerrado al público. Acceder sin permiso al Skywalker Ranch debe ser parecido a colarse en Fort Knox.

La Fuerza, y los millones de dólares amasados en 1977 con la primera Star Wars, propiciaron que el tío George adquiriera una enorme finca situada, fíjate tú qué casualidad, en Lucas Valley, una zona cercana a la localidad de Nicasio, en el condado de Marin, perteneciente a la conocida como Bay Area, que rodea a la espectacular y muy cinematográfica ciudad de San Francisco.

Algunos pensarían que Lucas construiría su Estrella de la Muerte para alojar oficinas, estudios, platós o salas de montaje. Muy al contrario, su particular imperio de 19 km2 es el paradigma de lugar ideal para trabajar, rodeado de montañas, bosques, lagos y edificios, reconozcámoslo, diseñados con bastante buen gusto y que no desentonan entre el bucólico paisaje. Se abastece con los vegetales que crecen en su huerta, el agua corriente la extrae de la lluvia, la leche de las vacas que habitan en su cuadra, granero, etc..Por tener, hasta cuerpo de bomberos propio (ver foto) que presta servicio a las comunidades vecinas, si es necesario y viñedos que producen vino carísimo y escaso.

Pero no es oro todo lo que reluce. Como cualquier empresa de éxito, Lucasfilm ha ido creciendo, desarrollándose. Poco a poco, y tras largas conversaciones con las autoridades locales y las diversas asociaciones, se han podido dar pequeños pasos, construyendo los diferentes edificios del rancho. Aunque el símbolo más visible es la mansión victoriana de fachada blanca, que alberga las salas de reuniones, oficinas, pero también habitaciones, invernadero, y una espectacular biblioteca, existen otros más funcionales pero menos conocidos. Gracias a diferentes documentales o los making of, nos hemos podido hacer una idea de lo que es aquello.

El caso es que, en la década de los 90, Lucasfilm vio que para sus proyectos futuros necesitaba mucho más espacio, entre otras cosas para juntar la ILM, que estaba en San Rafael, con el resto de compañías. La oposición vecinal lo hizo imposible y no tuvo más remedio que trasladarla a la zona de Presidio en San Francisco, a pesar de que solo había construido en 15 de los 4.700 acres de la finca. Los frikis salimos ganando porque te puedes pasear por allí y sacarte una foto junto a la fuente de Yoda instalada en la entrada principal.

Ahora nos hemos enterado que la paciencia del tío George con sus vecinos se ha terminado. A principios de año, se anunciaba a bombo y platillo que Lucasfilm iba a construir, en unos terrenos no muy lejanos a la finca original, el Grady Ranch. Un centro digital integral en un imponente edificio (ver foto) con diseño, al menos en su fachada, muy similar a la espectacular mansión que el magnate William Randolph Hearst levantó en San Simeón, localidad costera californiana. Había promesas de centenares de puestos de trabajo y, una vez más, convertir al condado de Marin en uno de los puntos calientes de creación artística del mundo.

Aunque las autoridades aplaudían con las orejas, algunas asociaciones vecinales, que por allí están muy bien organizadas, han dicho que nones, que ni pa' tras. Las razones eran varias. Que si no les han dado tiempo suficiente para examinar a fondo el proyecto, que si iban a tener que excavar mucho para construirlo, que durante los dos años de obras empeoraría la calidad del aire, aumentaría el tráfico de camiones, ruidos varios. Le han calentado tanto al tío George que, muy educadamente, les ha mandado a paseo. Pero la cosa no ha quedado ahí. En una nota oficial, condena al condado a ser una ciudad dormitorio de San Francisco, sin posibilidades de desarrollo y creación de empleo, al tiempo que, y aquí viene la noticia, anuncia que lo construirá en otro lugar, porque Lucasfilm lo necesita para sus proyectos futuros inminentes, y que va a vender los terrenos a un promotor inmobiliario que garantice la construcción, ojo al dato, de viviendas para familias con pocos recursos que, en sus palabras, escasean por la zona. Toma ya. ¡Zas! En toda la boca. No solo va a hacer negocio sino que a los megapijos propietarios de Marin les deja una enorme urbanización que, a buen seguro, hará las delicias de aquellos que nunca habrían pensado poder vivir allí, debido a los precios astronómicos, al tiempo que devalúa las propiedades de los (en su mayoría) estirados opositores a su Grady Ranch. Eso les pasa por subestimar al Lado Oscuro.

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