jueves, 7 de julio de 2011

Secuela fotocopia

Al ver Resacón 2,¡Ahora en Tailandia! (The Hangover Part II) ocurrió algo curioso. Fui con tres amigos del colegio, compañía idónea para enfrentarse a una patochada de semejante calibre. Dos de nosotros habíamos sufrido la primera resaca en Las Vegas y el tercero iba sin alcohol ni estupefacientes en la memoria. Conclusión: se lo pasó teta. Los demás teníamos la sonrisa dibujada a ratos pero sin grandes carcajadas, menos al final. El recurso de las fotos de la noche espídica en Bankok acompañando a los créditos es, de lejos, lo mejor de la película. Paupérrimo balance.

Hay que reconocer al menos que Tod Phillips y su cuadrilla se han tenido que estrujar el cerebro para sacar adelante un guión calcado a su predecesor en el que solo se cambia el escenario y el animal. Nada más. El éxito incontestable de esta comedia es la prueba empírica de por qué el ser humano se agarra toñas una y otra vez, los mismos pedos, la combinación etílica exacta y calcadas consecuencias: un clavo de puta madre y, ocasionalmente (dependiendo del sujeto), síntomas claros de amnesia.

Da un poco la impresión de que millones de espectadores, en el fondo, desearían experimentar, aunque solo sea por una noche, una juerga en la que amanezcan sin un diente, un dedo, sodomizados por un travesti, la cara tatuada y con la policía o las mafias locales en los talones sin saber a santo de qué. Ahora bien, mis juergas que sean las de Bradley Cooper (Phil) o Justin Bartha (Doug). Habrá otros que se identifiquen más con Ed Helms (Stu) o el friki Zach Galifianakis (Alan). En serio, hacéroslo mirar.

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