Al ver Resacón 2,¡Ahora en Tailandia! (The Hangover Part II) ocurrió algo curioso. Fui con tres amigos del colegio, compañía idónea para enfrentarse a una patochada de semejante calibre. Dos de nosotros habíamos sufrido la primera resaca en Las Vegas y el tercero iba sin alcohol ni estupefacientes en la memoria. Conclusión: se lo pasó teta. Los demás teníamos la sonrisa dibujada a ratos pero sin grandes carcajadas, menos al final. El recurso de las fotos de la noche espídica en Bankok acompañando a los créditos es, de lejos, lo mejor de la película. Paupérrimo balance.
Hay que reconocer al menos que Tod Phillips y su cuadrilla se han tenido que estrujar el cerebro para sacar adelante un guión calcado a su predecesor en el que solo se cambia el escenario y el animal. Nada más. El éxito incontestable de esta comedia es la prueba empírica de por qué el ser humano se agarra toñas una y otra vez, los mismos pedos, la combinación etílica exacta y calcadas consecuencias: un clavo de puta madre y, ocasionalmente (dependiendo del sujeto), síntomas claros de amnesia.
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