viernes, 26 de noviembre de 2010

Sigue siendo bella en 3D

La bella y la bestia 3D es una de esas películas que apetece ver, no sólo porque es una obra maestra sino porque me apetecía comprobar cómo las nuevas tecnologías eran aplicadas a un producto claramente bidimensional. El resultado es más que satisfactorio. Como si nuestros ojos se transformaran en la mítica cámara multiplano que Disney introdujo en Blancanieves y los siete enanitos.  Los paisajes, interiores del castillo o el pueblo en el que vive Bella adquieren una dimesión superior, sin que resulte en ningún momento mareante.


Unos cuantos años después, y en una política que deberían retomar los grandes estudios, nuevas generaciones de espectadores cinematográficos pueden descubrir, con la más alta tecnología, un ejemplo de la filmografía de Disney en plena forma. Su segunda Edad de Oro iniciada con La sirenita y culminada con la infravalorada El jorobado de Notre Dame. Como la moraleja de esta película, su belleza está en el interior. Las gafas son aquí sólo un (excelente) pretexto.

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