lunes, 12 de septiembre de 2011

Otra noche de miedo

Son esas tardes de cine que recuerdas con especial simpatía. Ocurrió una oscura, fría y lluviosa tarde invernal de 1985. Un pipiolo de 14 tacos se acercó hasta los desaparecidos cines Urrutia de Bilbao, unas salas pequeñas pero más que decentes en las que se proyectaban películas en su mayoría procedentes de las salas de gran aforo, también todas desaparecidas...snif. Era una peli de la que no había oído hablar pero el poster me llamaba la atención. Por aquel entonces, en varios puntos estratégicos de la ciudad se colgaban los posters de los títulos en cartel con el nombre de la sala en la parte superior. El de Noche de miedo (Fright Night) me enganchó (todavía conservo un original) y ver que los efectos especiales estaban supervisados por Richard Edlund, uno de los primeros en pirarse de la ILM después de El retorno del Jedi para montárselo por su cuenta (Boss Film se llamaba su empresa). Me lo pasé como un enano viendo al pringao protagonista, al vampiro más cool que recuerdo (Chris Sarandon bordando a Jerry Dandrige) y a un impagable Roddy McDowall como el acabado presentador de TV y matavampiros Peter Vincent, maravilloso homenaje a Peter Cushing y Vincent Price. Tenía una eficaz mezcla de comedia y terror, aderezada con unas canciones bien elegidas (también conservo en vinilo la banda sonora) y con unos brillantes efectos visuales y de maquillaje.

Luego, con el tiempo, ves que se ha transformado en una especie de peli de culto (no así su mediocre secuela) con lo que no me sorprendió que se decidieran a rodar un remake, aprovechando la moda de los vampiros gracias a la saga Crepúsculo.

El resultado es mejor de lo esperado. Conserva los elementos fundamentales de la película original, mejora otros pero carece del encanto de aquella. Lo que Super 8 es a las pelis de Spielberg de los 80, Noche de miedo lo era de los clásicos de la Hammer. Tom Holland lo hizo bien pero, ahora, Craig Gillespie no consigue dotar a su revisión de la personalidad de su predecesora. Ahora bien, Colin Farrell roba la función al resto de sus compañeros de reparto, creando a un vampiro sin el fondo romántico del original, un chupasangres despiadado bien camuflado entre su vecindario. Otro acierto es trasladar la acción desde una calle tipo Wisteria Lane en Mujeres Desesperadas a una comunidad residencial de adosados en medio del desierto de Nevada donde la mayoría trabaja en Las Vegas, es decir, donde lo normal es que se duerma de día y se trabaje de noche.

Hay escenas muy bien resueltas, como los diálogos entre Jerry (Farrell) y su vecino, Charlie Brewster (Anton Yelchin), que sospecha de la verdadera ocupación del de la casa contigua y, siguiendo las leyendas sobre vampiros, se las ingenia para no invitarle dentro de su casa. También la secuencia del vampirizado amigo de Charlie, Ed (Christopher Mintz-Plasse), en un hotel de Las Vegas. Genial.

No me convence el nuevo Peter Vincent (David Tennant). El de McDowall tenía mucha alma. Un pobre hombre con pasado glorioso malvive de sus recuerdos y acepta ayudar al protagonista para poder pagar las facturas. En la versión 2011, es un excéntrico showman rodeado de una colección de artefactos matavampiros en una enorme y lujosa suite de uno de los hoteles-casino de Las Vegas.

¿Se pasa un buen rato?: Sí. Pero, para los que no han visto la original, recomiendo ir al cine, descubrir la historia en esta versión y luego, en casa y de noche, ponerte la original en DVD. Es otra cosa.

Ahora bien, si no te va el rollo vampírico...ni te molestes.

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