martes, 23 de junio de 2015

James Horner: La cuarta "J"

Nunca sabes hasta qué punto te puede afectar algo hasta que ese algo ocurre. Y ha ocurrido. James Horner ha muerto. La avioneta que pilotaba se ha empotrado llevándoselo a otro lugar no terrenal a los 61 años. 

Nunca llegué a conocer a James Horner personalmente. Eso dificulta mucho llegar a encontrar lógica la sensación de desgarro, dolor,pérdida y pena que me ha sacudido esta mañana cuando me he enterado de su fallecimiento. Mi relación, y la de millones de personas, con él era únicamente a través de su música.

James Horner (1953-2015)
Era la cuarta J de mi baraja. John Williams, John Barry y Jerry Goldsmith las otras tres.Aunque suene cursi, Horner ha sido la J de corazones. Pocas cosas en mis 44 años de vida han logrado estremecerme tanto fuera del ámbito familiar o estrictamente humano como algunas de las melodías, piezas u obras completas compuestas por él para el cine.

Probablemente, mi primer contacto con su música en una sala oscura fue con 12 años, en 1983, con Star Trek 2: La ira de Kahn la película que le abrió las puertas a otros proyectos de envergadura como Krull, de temática similar, al año siguiente. Ese era el Horner épico, al que recurrían cuando los presupuestos no llegaban para Jerry o John en la década de los 80. El tema principal de Cocoon me llegó mucho más tarde, en una colección de vinilos, Cine & Música y con textos de Joan Padrol. Para entonces, ya me había incomodado y perturbado sin despeinarse con las oscuras sonoridades creadas para El nombre de la rosa. Pero cuando logró (y logra) hacerme llorar fue con su magistral trabajo para An American Tail (Fievel y el Nuevo Mundo) y esa canción tan sensiblera como extraordinaria Somewhere Out There, la historia de dos hermanos inmigrantes separados en trágicas circunstancias deseando volver a verse. Y yo un hijo único cuya familia hacía todo lo posible por separarse. 



Plagios a un lado, Willow y su uso de coros infantiles así como la puesta de largo del posteriormente célebre y parodiado a partes iguales parabará me acercaron más a un estilo inconfundible, a un idioma propio. Fue el primer vinilo suyo que decidí comprar. Pero mi rendición absoluta, mi adhesión de por vida, llegó con Glory (Tiempos de gloria). La magnífica película de Edward Zwick te deja emocionalmente muy desarmado con lo que en el instante en el que llegan los,nunca mejor dicho, gloriosos créditos la música de Horner termina de grabarte a fuego una experiencia cinematográfica imborrable.



Con sus altibajos, seguía siempre a Horner, en una era pre-internet, a través de las revistas especializadas. Esperando algo similar a lo vivido años antes. Y volvió a ocurrir, pero con una película que jamás creí que podría afectarme. Me refiero a Casper. El tema de la canción de cuna, de una sencillez extrema, resume lo que Horner es capaz de lograr con un piano y muy pocas notas. No hay vez que lo escuche que no se me ponga un nudo en la garganta. Hoy he llorado desconsoladamente al hacerlo. Muchas emociones al mismo tiempo. 



Casper salió de la fértil imaginación de James Horner en el mismo periodo que Apollo XIII, Braveheart y Leyendas de pasión. Ahí es nada. Pocas veces, por no decir ninguna, un compositor ha conseguido alcanzar niveles excelsos en cada una de sus obras en tan poco tiempo.



Pero, a decir verdad, nada volvió a ser igual después de 1995. Sí, ya lo sé, Titanic es la banda sonora más vendida de todos los tiempos, dio a Horner fortuna y gloria, pero yo añoraba la frescura de la otra gloria, la los tiempos de Glory. Probablemente también la mía.

Más tarde, con la universalización de internet, James Horner fue blanco de las críticas más duras en foros de diverso pelaje, incluso llegando a insultos cuando relevó a Gabriel Yared en Troya. Los ataques hicieron mella y él decidió colocarse en un segundo plano, con solo cinco películas desde la hipnótica, espléndida, curradísima, compleja y larga banda sonora de Avatar. Cameron le recuperó cuando otros como Ron Howard le dieron la espalda.



Él lo ha dicho en muchas ocasiones. Usa las melodías que considera más apropiadas para que nuestro corazón sienta lo que la escena transmite. Eso incluye la multitud de autorreferencias, parabarás o supuestos plagios. No quiero sonar pedante. Adoro algunas de partes del score de Titanic, particularmente el solo de piano interpretado por el propio compositor (The Portrait) o el tema Southampton. También Bincentennial Man,incluso Mi gran amigo Joe, Una mente maravillosa con su recurrente uso de la voz infantil, Rocketeer o las películas que hizo del Zorro atesoraban el oficio, la maestría, con instantes para repetir una y mil veces. 

The Amazing Spider-Man fue un reciente y grato reencuentro con el Horner épico y el de las sencillas pero efectivas melodías al piano. En todo lo que ha hecho en estos años, siempre ha habido algo, como un aroma que me retrotraía al cine Ayala, donde vi Star Trek 2

Eran otros tiempos. Si una banda sonora te impactaba no era tan sencillo adquirirla. Bien porque no se había editado, no la vendían en tu ciudad o porque la paga con ocho o nueve tacos solo daba para chicles de fresa ácida.

Digo esto porque ahora mismo, alguien que no conociera a Horner más allá de "Titanic", "Avatar" o "Braveheart" lo tiene fácil para hacerse una competa playlist de su carrera en Youtube. Desgraciadamente, él declaró recientemente que cada vez le resultaba más difícil trabajar. Ya solo me queda una J de la baraja.

No te lo pude decir ni escribir en vida, como sí lo he hecho con otros. Gracias.